Reflexiones cientouneras 2022

Volvía yo a mi casa el pasado sábado noche, por la espectacular - y sinuosa - carretera de Ronda a Yunquera. La tranquilidad del momento me dio para reflexionar durante 30 minutos - qué difícil es sacar al menos ese tiempo diariamente para algo tan necesario - sobre lo que presencié unas horas antes.

No corrí, no lo hago allí desde 2017, pero sí participé. Siempre participo de los 101k. Desde 2009, no me gusta faltar a mi cita ya sea corriendo, animando o como este año, viéndola por streaming hasta la tarde que ya fui para allá. Por cierto, menudo acierto lo de la retransmisión en directo. Deseo que esto ya se haga todos los años porque fue espectacular.

El caso - que me voy por las ramas - es que llegué a Ronda justo a tiempo para ver pasar por la ciudad soñada al otro Rafa Romero, al que me lleva 25 años de experiencias magníficas en las montañas, algunas más sonadas que otras pero todas espectaculares y genuinas. Iba yo con la intención de ver correr a mis pupilos, a mis ‘pinsapos’ por la carrera de la Legión y me topó - de forma un poco intencionada, eso sí - con un hombre que va en solitario a realizar una de las grandes hazañas andaluzas: cruzar la cordillera Bética subiendo a sus 4 principales cimas como son el Torreón, la Torrecilla, la Maroma y el Mulhacén.

Pasó por allí andando, lo acompañé durante 5 minutos subiendo la barriada de la Dehesa. Con él tengo poco que decir. Es de esos amigos que puedes no haberle hablado en varios años y que retomas fácilmente la conversación por donde la dejaste. Le di un poco de ánimos, le deseé lo mejor y me volví. Ahora lo sigo por su localizador Spot y va camino de subir la Maroma. Cruzó en contrasentido de los 101k desde Montejaque a Ronda y me imagino la opinión de los marchadores y espectadores de la carrera que lo vieron: el chiste manido de que va al revés que todos, pensar que sin llevar dorsal es un acompañante o un espectador más, alguno que otro que sí sabe adonde va y lo anima…en fin, opiniones para todos los gustos.

Yo sigo a lo mío. Voy a las traseras del cuartel para ver algunos participantes que entreno y después subo al puerto de la Muela a lo mismo. Este año iba a lo que iba. Y si me encontraba a otros amigos de paso, pues mejor, pero sin meterme en el berenjenal. Sin embargo, camino a casa, sí recordé el retumbar de aplausos y vítores al pasar por la calle del Sol en Setenil y el túnel de Navetas o la llegada a meta en Ronda con una serranía de más de 50.000 habitantes volcada en una prueba deportiva. Miles de familiares y amigos repartidos por el recorrido aninando en todo momento, del primero al último. Este año, además, con la retransmisión en directo, supongo que los 101 kilómetros de Ronda son lo más parecido que podemos encontrar en el ultrafondo a un ‘deporte de masas’.

Voy terminando…y me dejo las conclusiones de mi reflexión para mí y así no condicionar las tuyas. Porque en cualquier caso, qué bonito fue ver pasar a Fali aquella tarde por Ronda, más sólo que la una entre toda esa multitud cientounera, con la voz de Chito al fondo en la Alameda mientras se dirigía hacia una oscuridad inevitable para ascender de noche la Torrecilla.

Rafael Romero Sánchez