100 millas Bandoleras 2022 - Contracrónica

Foto: Chito.

Memento Mori Rafa, porque todos los días no se vive en esta nube, en este lugar donde los sueños se cumplen. Todavía, varios días después, vienen flashes: imágenes de la carrera, dolores musculares intermitentes, alguna felicitación retrasada de las miles recibidas…

Al primer cajón del pódium de Bandoleros hay que subir con asistencia, porque es digno del mejor drop jump, menos mal que Alfi me echa una mano, precisamente el corredor que me ha ayudado a llegar a él, a conseguir la primera plaza. Siempre lo vi como el favorito para esta edición por las carreras que estaba realizando semanas y meses atrás y no me equivoqué. Junto a Amador, otro que tal baila, me empujaron a llevar una carrera endiablada contra el crono porque los 3 queríamos ser sub-20h en esta prueba tan exigente. Y así fue.

Rafi Román me acompaña en ese peldaño. Cuánto me alegro de compartirlo con ella y de cerrar ese círculo que se abrió en 2018. Se ha dicho demasiado ya sobre si Bandoleros le debía otra victoria, otra meta. Es cierto, pero Bandoleros no regala nada, ella se lo volvió a currar…y de qué manera. ¡Enhorabuena compañera!

Prado del Rey es un hervidero de gente el domingo a mediodía y yo me siento como una flor en medio de una colmena de abejas. No sé si me dejo la mascarilla para prevenir un contagio de covid o para que no me reconozcan demasiado. Las patillas te delatan Rafa…Lo cierto es que me dejo querer, que sólo es un día. Me encantan los post-carrera donde hablar con tantos amigos y contarnos las batallitas.

Foto: Marisa Corujo

¿La meta ideal? No la podría haber soñado con mayor perfección. Subir la cuesta trotando, cruzar los últimos 50 metros con Emma y Ali de la mano juntos corriendo hacia el arco, con una risa verdadera, felicidad absoluta. Explosión de júbilo. Todos están allí: yunqueranos quienes me han acompañado en esta aventura nocturna, amigos y pupilos de otras distancias, Yepes y Salvi con sus micros mientras una batucada suena, confetis por doquier. El abrazo sincero a Ismael y Manolo, cabezas visibles del gran artífice de esto: el club Tritón. Y de maestro de ceremonias mi querido Chito. Lo repito, felicidad absoluta.

Foto: Chito

El último tramo de carrera: El Bosque - Prado del Rey siempre es muy duro. Muchos kilómetros en las piernas, una pista interminable que ‘llanea pero cuestea’ y que tienes que trotar, la infernal cuesta Dorotea (como la llamo yo) para entrar al pueblo…Sin embargo quizás es la vez que mejor lo llevé. Aún me quedaban fuerzas para trotar en las zonas más favorables, me encontraba muy concentrado para que no se escapara la victoria y por último se hizo ameno ir superando y hablando con corredores de la maratón. Chito ya se escucha a 2 kilómetros de meta…los pelos erizados. ¡Lo tengo! ¡Es mía esta tercera victoria! Cuántos duros entrenamientos, cuánta preparación, cuánto esfuerzo para conseguirlo, todo iba a merecer la pena.

Foto: jmkpu

En el Bosque me confirman que Alfi y Amador han pasado a más de 25 minutos por Benamahoma. Mucho se tiene que torcer la cosa ya…estos dos ‘pura sangres’ no me han dado ni un respiro. No ha habido tregua pero tampoco lucha. Sólo peleábamos por obtener el mejor tiempo posible, era una lucha contra las propias 100 millas. El sendero del río Majaceite - ¡qué bonito es! - lo atravieso como alma que se lleva el diablo porque sus repechitos de 5 metros te invitan a seguir andando una vez los has superado y cuesta volver a arrancar a correr. No quiero confiarme y perder minutos relajándome.

La foto de rigor con las voluntarias del colegio de Benamahoma. Con una estupenda bajada desde el puerto del Boyar creo que me he ganado un minuto para descansar y echarnos la foto. Me encanta este sendero si las piernas responden y en esta ocasión así fue. Continúo adelantando personas de la maratón que se sorprenden por mi facilidad bajando. No es más que la experiencia de muchas horas pisando piedra caliza y peridotita durante años y años. Hay pocos secretos.

¡Se hace duro llegar al puerto del Boyar desde Grazalema eh! Sendero fácil pero bien cuesta arriba…y hay que correr!!!
Primera vez que veo Emma y Ali desde el viernes por la tarde. Incluso puedo correr un poquito acompañado de mi hija, ¡qué lujo algo así, de verdad! Arriba Lucena - un fijo vernos aquí - y Pinsapo Team me esperan para animar a mi paso.

Foto: Ocaña outdoor adventure

Mientras salgo subiendo las cuestas de Grazalema con Juanjo Montesinos y Pery - que me hacen más ameno ese calvario - me voy comiendo el último sándwich de la carrera. Ya tengo el estómago mejor. Menos mal. Vaya final de nochecita pasó el pobre. Mañana me como una vaca.

Foto: Jose A. Márquez

La bajada desde Charca Verde a Grazalema la conozco bien, de hecho la hice hace poco tiempo con mi compañero Antonio Alfonso. Es de las mías. Piedra tras piedra. Y un poco embarrada del paso de la maratón. Por cierto, ya he cogido a unos pocos de ellos, un par de grupos que van en amena conversación pasando kilómetros tranquilamente mientras disfrutan de la montaña: un poco sí que les envidio. Decido hacerla rápida pero asegurando cada paso. No es momento de una torcedura de tobillo, todavía intactos por fortuna. Las ampollas sí se notan un poco, pero aguantarán. El cambio de zapatillas en Cortes de la Frontera les ha venido bien.

¡Coroné la charca Verde! Las piernas aún responden y la ayuda de los bastones se nota. Puedo andar con facilidad y avanzar con rapidez por desniveles altos, pero decido no abusar del trote en las zonas más llanas a no ser que sean largas. Hay que seguir guardando la musculatura. No me perdí subiendo hacia Navazo Hondo como en otras ocasiones gracias a mantener la cabeza fría. La experiencia es un grado, dicen.

¡He superado con éxito mi ‘tramo maldito’! Llegar en solo 2 horas y 5 minutos a Villaluenga desde Cortes de la Frontera es otro pequeño triunfo para mí que me deja más cerca del objetivo final. Otra veces siempre he tenido percances: pérdidas del camino, encontrarme a monsieur mazó, etc. La tremenda subida desde Cortes no me ha dejado muy tocado. Todavía tengo las piernas ágiles para corretear las bajadas técnicas del puerto del Correo y la sierra Blanquilla o trotar ayudado de los bastones en los impresionantes poljes que ahora se van apareciendo frente a mí. Amanece.

Parezco Fermín Cacho en la recta final de los 1500m de Barcelona ‘92. Lo reconozco, pero no lo puedo evitar. La subida desde Cortes a sierra Blanquilla es brutal. Cuesta avanzar entre tan grandes escalones calizos. Me apoyo lo que puedo en los bastones intentando llevar un ritmo estable que me permita avanzar rápido pero sin que revienten mis músculos. Los interminables zig-zags y la todavía profunda oscuridad previa al amanecer, son ideales para el deporte favorito del desconfiado: mirar para atrás y para abajo a ver si veo luces. Luces que te hagan descender a lo más profundo de tu mente y te hundan en pensamientos negativos; que nada ha merecido la pena y que estás perdido. Pero no, en esta noche la oscuridad más profunda es positiva. Al menos un margen de 15 minutos existe. He salvado la papeleta.

Mis fatigados pies, con alguna ampolla y con dolor en el tarso me piden un cambio de zapatillas y tras 110 kilómetros sustituyo las gastadas pero inmejorables Evo Mafate por unas Speedgoat casi nuevas. Pies nuevos. Un poco de caldo, medio sándwich que entra a regañadientes. Mi Pinsapo Team me obliga a que coma y tome algo calentito. Lo necesito tras esta noche tan fría. El paso por el Guadiaro me ha dejado destemplado.

Tras correr durante tantos kilómetros, comienza en la estación de Cortes de nuevo el terreno técnico con una subida pronunciada al núcleo urbano central. Le viene bien a mi estómago dejar de botar como una pelota. ¡Cuidado! Se ven dos luces al otro lado del valle, bajando sin duda desde Jimera. En la oscura noche, sin embargo, es muy difícil calcular cuán lejos están.

El tramo entre Jimera de Líbar y Cortes de la Frontera es rápido; se puede hacer rápido si tienes fuerzas y voluntad. A mí en estos momentos me falta de lo primero pero me sobra de lo segundo. El estómago se cerró bastante desde hace 2 horas y se va notando cada vez más. Sólo la bebida isotónica y algún gel a regañadientes mantienen el alto ritmo que debo continuar llevando. Me concentro con música y pienso en todo lo que he luchado para llegar hasta aquí. Los malos momentos pasarán si sigo haciendo las cosas bien. No paro de trotar suave en los tramos que el desnivel me lo permite, que son bastantes.

He andado buena parte de la bajada que se inicia al salir de Jimera de Libar. Es el peor momento de carrera: estómago tocado, sin energías y pensamientos negativos viniendo en masa a mi cabeza. Dudando sí, pero a diferencia de otras ocasiones, me encuentro con una serenidad absoluta. Quizás fruto de la experiencia. No sé si serían 5 o 10 minutos los que estoy así, pero aprovecho una bajada fácil para retomar el trote, poco a poco ir cogiendo inercia y animándome a cada paso que doy.

Llego a Jimera con bastante frío, casi congelado. Las manos heladas a pesar de llevar guantes. Me pongo el cortavientos. A las 4 de la madrugada, la temperatura en el valle del Guadiaro debe ser muy cercana a 0ºC. Menos mal que tengo el calor de un caldito, pero sobre todo, del equipo de yunqueranos que me sigue avituallamiento tras avituallamiento. 5 minutos de conversación con mi mánager @kpu, me confortan y me devuelven a la realidad. No es fácil llevar corriendo durante horas bajo una oscura por la serranía de Ronda.

Pinsapo Team. Foto: Chito

El sendero de las Angosturas discurre a la par del río Guadiaro desde la estación de Benaoján hasta Jimera de Líbar. Lo cierto es que sólo hay 11 kilómetros entre ambas localidades y a mí me parecen 30. El sendero nunca deja de subir y bajar, subir y bajar…suavemente sin grandes repechos. Cuando piensas que ya estás terminándolo, viene el cruce de una cañada y vuelta a empezar.

Salgo de la estación de Benaoján. La cosa no puede ir mejor. La última referencia es de 23 minutos de ventaja en Ronda sobre Alfi y Amador. He abierto una buena brecha. Sé que ahora depende de mí, que manteniendo una estabilidad notable en carrera, no se escapará mi tercer trofeo. Estamos en mitad de carrera, sí. Queda mucho, muchísimo. Setenta y muchos kilómetros por delante y más de diez horas de fiesta. Pero está en mi mano. Depende de mí. Había soñado con esta situación, me había ocurrido en otras ocasiones. Sé lo que tengo que hacer. La alegría y la motivación de esta buena noticia contrasta con la fragilidad de mi estómago que no puede asimilar más de 2-3 higos secos que me ofrece Antonio Manuel en el avituallamiento. Habrá que tirar de isotónico una vez más.

¡Vaya bajadita para llegar a la estación de Benaoján! Más vale cuidar las rodillas que aún es pronto para dolores articulares. Cadencia alta, pasos cortos y rápidos. Concentración para no doblarse un tobillo por carriles inestables con algo de barro. Estamos en la mitad de carrera. Salgo de Ronda convencido de que este es el camino para llegar más rápido que nadie a Prado del Rey. Arriesgué al escaparme en el kilómetro 37 pero no me pesa correr solo de noche y tengo claro que la decisión fue acertada. Mis dos perseguidores son grandes rodadores y con ellos por delante, posiblemente ya no los hubiera podido alcanzar.

El avituallamiento de Ronda se encuentra en la punta noroeste de la ciudad y hay que atravesarla totalmente hasta salir por el barrio de san Francisco al sur, por lo que los corredores podemos disfrutar durante 3 kilómetros de la ciudad soñada con un ambiente nocturno y sosegado, pero lleno de luces, que contrasta con la oscuridad de las últimas horas. Vuelvo a realizar un avituallamiento relámpago. Quiero optimizar al máximo estas pequeñas paradas para seguir arañando minutos. Kpu, Antonio y el resto del equipo lo hacen a la perfección. Voy algo tocado de estómago pero bebo un poco de recovery que le venga bien a mis músculos a largo plazo.

La noche está espectacular. Ha sido coronar la ermita de Montejaque y ver Ronda en todo su esplendor nocturno con el puente Nuevo destacando ese skyline idílico. Sin embargo, todavía me queda un buen trecho para llegar, teniendo que bajar la temida cuesta de la Ermita de los 101k de la Legión y subir desde la Indiana entre duros repechos. Pero voy como una moto, no he visto ninguna luz atrás en el zig-zag de subida a la ermita y eso es una gran noticia para mí. Bajo a toda velocidad a la Indiana, con paso corto pero ligero e incluso me permito el lujo de desgastarme un poco en la subida a Ronda, punteando prácticamente toda la cuesta. Las pulsaciones suben excesivamente pero voy con muy buenas sensaciones y la noticia de aumentar el tiempo de ventaja será un chute de motivación extra para mí.

Montejaque es también un hito importante de la prueba. kilómetro 60 de carrera y el comienzo de un segmento largo de zonas corribles, aunque para corrible la bajada al pueblo, 4 kilómetros de pista y calles de hormigón con pendiente fuerte que ponen los cuádriceps calentitos. Sigo cuidando la alimentación para que no falten energías. El ritmo de ingesta de geles y barritas es adecuado. Y el ritmo de carrera también, 15 minutos ya por delante del mejor tiempo estimado para mí.

A un kilómetro aproximadamente veo las luces de Alfi y Amador que me persiguen por las llanuras del poljé de Líbar. Son mejores rodadores que yo, lo sé. Por ello, tengo que optimizar todo lo demás: no desperdiciar tiempo en tareas accesorias como comer o montar bastones, superar los repechos trotando aun a costa de desgastarme más físicamente…o realizar avituallamientos exprés como el del refugio de Líbar, donde solo paro a llenar agua y no tengo tiempo ni para una foto. La carrera lo exige en estos momentos.

Traspasar el puerto del Correo supone entrar en la provincia de mi querida Málaga y un cambio drástico en el recorrido. Se acaba el terreno técnico por mucho tiempo. La subida al puerto es larga, más de lo que parece; cuando piensas que estás coronando te sobreviene otra cuesta más…y otra. La musculatura está algo tocada del esfuerzo por dejar atrás a los dos compañeros del club de la Terapia y están al puntito del calambre nuevamente. Un paso en falso, un mal apoyo, y el aductor o el cuádriceps se quejarán de dolor. Por ello, no corro en los pocos descansos que hay. Ando con mucho apoyo de bastones y me concentro en beber bastante y superar la deshidratación inicial que lo provocó todo y que puede arruinar mi carrera.

Salgo de Villaluenga del Rosario al buen trote, con bastones, superando corriendo toda la cuesta e igualmente bajando con alegría a los llanos del Republicano. Es ahora o nunca. Comienza una persecución y no me puedo permitir que vuelva a unirse el grupo. La diferencia será de unos 3-4 minutos y cualquier contratiempo supone perderlos. Lo mejor es que la cadera no me ha molestado en estos nuevos tramos de carril, ¡olé!

Avituallamiento de Villaluenga

En la llegada a Villaluenga algunos me animan, otros se sorprenden - no sé si por la rapidez o por verme a mí delante -. El hecho es que llego incluso marcando el récord de la prueba hasta estos momentos. 4 horas y 54 minutos, pasando el sector infierno en 1 hora y 50 minutos. La bajada desde el Simancón ha sido dura y no he dado tregua - a mí al que menos -, por lo que el cuerpo está fatigado y mis músculos acalambrados. Me lo callo y no doy señales de fragilidad, pero justo antes de entrar a las calles del pueblo, mis gemelos se pusieron en mis corvas. Sin embargo, la experiencia me dice que los tramos de carril me ayudarán en esta situación. Eso, y beber mucha agua. He tenido una mala estrategia al respecto hasta el momento y ahora sé sin lugar a dudas que voy deshidratado.

Escalones de piedra caliza, fuerte desnivel, luces abajo al fondo y una plaza de toros…estoy ya lo he vivido antes. La bendita bajada a Villaluenga del Rosario. He conseguido dejarlos atrás y antes de cruzar la famosa “V” no veía luces. Es momento de darlo todo, no me reservo nada aunque piso con seguridad. Sin caídas y riesgos pero rápido. Últimos metros y los gemelos acalambrados…maldita sea. Paro a estirarlos en una piedra del camino pero sé que tocará sufrir durante un ratito. No me puedo detener mucho tiempo. Las luces están arriba a mitad del descenso.

La primera bajada del Simancón es muy técnica. Piedra caliza muy suelta, sendero casi inexistente y decido jugármela y sacar unos metros de distancia. Es mi punto fuerte y debo explotarlo. Ahora lo veo claro. No aprovechar esta oportunidad y llegar junto a dos grandes rodadores a la zona de carriles sería un error que no me podría perdonar. Es muy pronto, kilómetro 37, pero…¿y si funciona? Saco algo de ventaja, nos cruzamos a un hombre que tiene la bondad de indicar el camino a los corredores en este lugar tan bello pero a la vez tan desamparado y en la primera zona llana intento ponerme los cascos y algo de música…y se me cae el móvil al suelo y me cogen, ¡vaya inútil estoy hecho! Bueno, vienen vienen otras dos bajadas antes de la guinda del pastel. ¡Ahora sí! Logro sacar un hueco y volver a intentarlo.

Subida dura al Simancón que me tomo con paciencia. Vamos en grupo Alfi, Amador y yo desde que los cacé en el Boyar y voy abriendo el paso. No quiero llevar un ritmo excesivo porque la larga subida desde El Bosque ha sido exigente tratando de no perderles de vista. Además, los músculos vienen avisando con algún amago de calambre. Mientras tanto, voy pensando que quizás después, durante las bajadas que se suceden hasta Villaluenga, sería un buen momento para intentar despegarme algo y probar a ver en qué situación se pone la carrera.

Pódium 2022. Foto: Chito

Llego al avituallamiento del Boyar donde por primera vez me asiste mi equipo Pinsapo. Al Kpu y Antonio Manuel, se han sumado Ana, Rafa y Estela y me acompañarán hasta el final. Todo mi agradecimiento a ellos y su noche en vela de pueblo en pueblo. Hablo con ellos. Voy bien y hacemos un avituallamiento perfecto. Nos adentramos el trío de cabeza en la oscuridad del puerto de las Presillas y como telón de fondo, la costa gaditana iluminada por sus pueblos. ¿Qué más se puede pedir en una fría y seca noche de invierno?

Conozco al dedillo la subida al Boyar. Ese discurrir de sube-bajas que te incomoda, que no te deja llevar nunca un ritmo continuo. Sin embargo, se adapta bien a mi forma de correr por montaña: un trotecillo por aquí, cuatro pasos andando por allá…por fortuna han limpiado el sendero de matorrales y los bastones ayudan bastante. Ahora no me arrepiento de haberlos llevado desde el inicio en mi mochila. Miro hacia atrás, Miguel se ha despegado definitivamente. Son sus primeras 100 millas y es lógico que quiera guardar fuerzas. Delante, la cabeza de carrera a un minuto. Trato de controlar la distancia y el ritmo para que ni la una ni el otro me saquen de mi planteamiento inicial.

La bajada a los Llanos del Campo es espectacular. Porque acaba de caer la noche, las luces se mezclan con las voces de la mucha gente que está allí animando a los suyos y viendo pasar la carrera. Se me ha despegado en la bajada un poco Miguel, justo para desearle suerte en el avituallamiento y salir para arriba a cazar a los de delante. La bajada del Albarracín me encanta. Técnica pero corrible, y donde todavía las piernas están frescas y te permiten moverte con facilidad.

Foto: Pedro Sánchez

Coronamos el alto del Puntal y rodeamos el pico Albarracín dos yunqueranos juntos, en tercera y cuarta posición del ultra trail andaluz por antonomasia, ¡qué alegría! La subida previa desde el Bosque es irregular: a veces dura y fatigosa, a veces con senderos estrechos de llano y bajada que te permiten deslizarte corriendo por un espectacular bosque mediterráneo. Vamos conversando sobre nuestras cosas, nuestras expectativas en carrera y dejando pasar los kilómetros. Coincidir con mi primo aquí es para mí un placer que me llena de orgullo. Viene muy preparado este año y sé que conseguirá estrenarse en la distancia y estar entre los mejores - como finalmente fue -.

Foto: Jesús López Cándil

Cruzamos El Bosque entre la marabunta de gente aplaudiendo con Juanjo Vidal e Imbernón. Dos generaciones muy distintas pero que son el presente el ultra trail andaluz. Me encuentro con Emma y Ali, último achuchón antes de pasar la noche a solas. Energía al 110%. La carrera se ha ido abriendo como siempre por el carril de camino a El Bosque, pero en esta ocasión el ritmo ha sido más sostenido, menos endiablado. Para mí, obviamente mejor, pues no engaño a nadie cuando reconozco que no es lo mío correr por debajo de 4’ min/km. Voy lo más cómodo que puedo, en amena conversación con quien me encuentro: Miguel, Juan, Juanjo, Alfi y Amador…La cadera me da algo la lata pero no va a más, veremos a ver.

Foto: Rafa Medina

¡Salida en masa de Prado! Me ‘dejan’ el primero y yo con una sonrisa de oreja a oreja - lo he visto después en las fotos - me dirijo cuesta abajo a la plaza del pueblo y de ahí por las calles típicas para salir en dirección a las salinas. Ahora sí me van adelantando algunos y me pego con Miguel a ritmo estable, sin querer pasarme de rosca. ¡Cuánta emoción retenida durante 2 años! Ismael nos contagia a todos con las lagrimillas a flor de pie, se escucha el juramento bandolero, en este caso dedicado a la desgracia del pueblo ucraniano en guerra. Esto comienza. Chito: 10, 9, 8… Me acuerdo de los que no están, amigos y pupilos que por distintas vicisitudes hoy no se ponen el dorsal. Intentaré disfrutar al máximo solo por ellos…uffff ¡vamos que nos vamos!

Foto: Vicky Barbadillo

Autoridades y miembros del Tritón nos invitan al corte protocolario de la cinta a ganadores de ediciones anteriores y a los grandes como Manuel o Marga - qué pena que no pudiera acabar esta décima - que han completado todas y cada una de las ediciones bandoleras. Ismael me da las cintas cortadas y las guardo en un bolsillo de la malla. No soy supersticioso pero, ¡quién sabe!

Todo en el corralito de salida es un saludar de amigos y reencontrarse con gente que hace mucho tiempo que no ves. Menos mal que salimos a las 6, porque podría estar hablando aquí durante horas sin importarme lo más mínimo. Esto causa un doble efecto: te da ánimos y te quita nervios. Salva, Sergio, Rafi, Marga, Luis, Alberto, Barbas, Pedro, Diego, Andrés, Polín, Juanfran, Juande, Gonzalo, Mei…sólo por nombrar a unos pocos. Un gustazo.

Foto: Pedro Sánchez

Lo tengo bastante claro. La estrategia de poder llegar en 20 horas nuevamente a Prado del Rey es realizable. Mi cuerpo está mejor que nunca - aunque tengo una cadera renqueante - y lo sé. También mi preparación mental ha sido muy buena. Nunca he tenido más ganas de correr una carrera, nunca he tenido más ganas de ganar una carrera. Nunca he tenido más ganas de preparar bien una carrera. Nos dirigimos Ali y yo con Emma a la zona de salida. Todo en orden. 30 minutos y empieza el show.

Recogida de dorsal previa

¡Cuántas horas entrenando en soledad! ¡Cuántas piedras en el camino, cuántos dolores aguantados, cuánta fatiga acumulada! Pero a la vez ¡qué disfrute, qué paisajes, qué sensación de lucidez y de sentirte bien! A veces me pregunto cuál es la frase correcta que un entrenador debe decirle al corredor/a que le pide que le lleve a la victoria y siempre termino pensando que podría ser la siguiente: ¿A qué estás dispuesto a renunciar para conseguirlo? ¿Cuál es el precio que quieres pagar por ello?

Foto: Chito

La carrera comienza cuando empiezas a soñar con ella y finaliza cuando se olvida de tu memoria con el trasiego del día a día. Hoy finaliza para mí la décima edición de las 100 millas sierras del Bandolero.

FIN.

Rafael Romero Sánchez