Pastor de Pinsapos | Entrenamientos personalizados de trail running

Nombre del autor:Rafael

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Estrategia de carrera en el Trail Running

Todos sabemos que tomar malas decisiones, puede arruinar una competición y meses y meses de preparación; por el contrario, llevar a cabo una adecuada estrategia de carrera maximizará tu rendimiento y sacará lo mejor de ti. En este artículo pretendo darte las claves fundamentales para planificar correctamente, según la tipología de la competición y las circunstancias que se presenten y que te sirva de guía, para que en el futuro puedas confeccionar una adecuada estrategia y actuar correctamente en las competiciones más importantes para ti. 1. Punto de partida: la duración El primer paso para planificar cualquier carrera es estimar cuánto tiempo tardarás en completarla. Este dato será la base sobre la que construir el resto de la estrategia. ¿Ya has corrido esa prueba? Usa tus tiempos anteriores como referencia, siempre y cuando el recorrido no haya cambiado. ¿Es una carrera nueva para ti? Consulta clasificaciones de años previos, identifica corredores de tu nivel que la hayan hecho y analiza sus resultados. Aquí es muy importante ser imparcial y realista. Un objetivo demasiado exigente podría forzarte a tomar malas decisiones después y dinamitar tu carrera. Planificar la duración depende de más factores cuanto más larga la carrera. Así, en un ultra Trail, no solo debes tener en cuenta la velocidad de carrera sino también el tiempo de parada en avituallamientos y bases de vida, añadir determinado tiempo para las ‘crisis’ que con mucha probabilidad tendrás o determinar la pérdida de rendimiento por correr la noche o con demasiada calor. 2. Intensidad: medir para no «petar» Una vez tengas una estimación del tiempo total, podrás ajustar la intensidad. La regla es simple: a menor duración, mayor intensidad. Un kilómetro vertical se correrá a intensidades muy altas mientras que correr unas cien millas consiste en mantenerse en una intensidad que no genere demasiada fatiga desde el inicio. Es imposible darte una ‘receta’ con la intensidad correcta para cada modalidad, porque depende de tantos factores personales y de la propia competición, así que quiero que te quedes con algunos conceptos clave que tener en cuenta: “Más vale perder 5 minutos al principio que una hora al final.” En los compases iniciales de carrera es muy fácil dejarnos llevar por el ritmo de carrera de otros corredores y pasarnos de rosca. Hay que mantener la cabeza fría y encontrar un equilibrio entre no perder de vista la competición y encontrar nuestro ritmo adecuado. Menor pérdida de velocidad = mejor resultado. Estudios en grandes ultra trails muestran que quienes mantienen un ritmo más constante en el último tercio de la carrera, suelen obtener mejores posiciones. En carreras largas, el ‘pacing’ o ritmo de carrera disminuye con el paso del tiempo, pero por lo general, cuanto menos lo haga, mejor habrás gestionado. La experiencia es clave. Reflexiona sobre carreras anteriores donde gestionaste bien el esfuerzo. Reproduce esas mismas condiciones. En carreras largas, y sobre todo en los tramos de bajada, no solo será importante la intensidad en sí, sino también prevenir el daño y la fatiga muscular que posteriormente lastre nuestro rendimiento. Por ello, será importante ser eficiente encontrando un equilibrio entre ritmo de carrera y desgaste muscular. Para medir la intensidad, puedes usar diferentes variables de carga externa o interna, dependiendo de sus pros y contras de cada uno de ellos. Normalmente, con mis corredores, usamos la frecuencia cardíaca en carreras cortas/medias o en las primeras horas de una carrera larga y luego las sensaciones. También usamos la potencia y el ritmo de carrera en determinados casos si la superficie del terreno es uniforme y el perfil del recorrido estable. Ponerte un límite superior siempre suele venir bien para controlar la intensidad y no pasarnos. 3. Nutrición: la gran olvidada (y temida) La alimentación e hidratación deben planificarse con antelación y adaptarse a la duración e intensidad de la carrera. Aunque lo ideal es contar con el asesoramiento de un nutricionista deportivo, te comparto algunas pautas básicas: Cafeína: entre 3 y 6 mg/kg de peso corporal desde 45 minutos antes de la salida. Reposición cada 5–7 horas. Agua: desde los 45 minutos de carrera, según tu tasa de sudoración. Sales minerales: también desde los 45 minutos y según tu tasa de sudoración. Hidratos de carbono: desde los 30 minutos de carrera. Dependiente de la intensidad y de la tasa de asimilación personal y variando en productos y formatos según asimilación y gustos. Recomendaciones adicionales: Ten en cuenta la ubicación de los avituallamientos, qué ofrecen y cómo pueden afectar las condiciones climáticas en cada tramo entre ellos. Diseña una tabla de planificación nutricional para saber qué consumir, cuándo y qué debes llevar entre tramos o hasta el próximo punto de asistencia. 4. Material: lo justo y necesario La elección del material también forma parte de tu estrategia. Ten en cuenta los siguientes puntos: Material obligatorio: asegúrate de llevar todo lo que exige la organización y lo que garantice tu seguridad (ya sea por previsión de condiciones meteorológicas duras o por prevención) Material útil y cómodo. Ya sea porque pueda ayudarte a progresar (ej. bastones) o porque te sirva en un momento determinado ante dificultades o problemas que se presenten en carrera (ej. vaselina, shot anticalambres…) Planifica los cambios (ropa, calzado, accesorios) si se trata de una carrera larga. Comprueba si es necesario hacer coincidir estos cambios con los momentos donde la temperatura comienza a variar significativamente. Entrena con tu material: estudia cómo colocarlo en la mochila o cinturón. Así evitarás pérdidas de tiempo o incomodidades durante la carrera. 5. Psicología: gestionar emociones antes y durante Aunque un psicólogo deportivo puede ofrecerte herramientas más completas, aquí tienes algunas estrategias que uso personalmente y con mis corredores: Gestiona la previa de carrera: desde los días antes hasta la salida. Si tienes experiencia, ya sabrás qué estrategias que te pueden venir bien . Si es tu primera vez, concéntrate en disfrutar y transformar los nervios en energía positiva. Visualización: imagina momentos clave de la carrera para preparar tu mente. Si conoces perfectamente la carrera de años anteriores, rememora

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La cadencia en la carrera I

En una serie de entregas, intentaremos desgranar los aspectos más importantes de este elemento de la carrera que tanto juego da. En esta ocasión, nos centraremos en que sepas de qué se trata, porqué es importante monitorizarla y si sospecho que debo modificarla (optimizarla), darte algunas estrategias para hacerlo. ¡Vamos con ello! ¿Qué es la cadencia en la carrera y por qué es importante monitorizarla? La cadencia al correr es la frecuencia con que damos zancadas y se expresa en número de pasos que damos por minuto (ppm). Es uno de los factores clave que influyen en nuestra forma de correr, y antes de profundizar en ella, hay algunas cosas que debemos tener claras: La velocidad al correr depende de dos factores: la frecuencia y la longitud de la zancada. Es decir, cuántos pasos damos por minuto (cadencia) y la longitud de dichos pasos. Por ejemplo, puedes correr a 12 km/h con una cadencia de 165ppm o a 15 km/h con una cadencia de 178ppm. En general, cuanto más rápido corres, más pasos das por minuto, al igual que sube la longitud de la zancada. Son dos parámetros que van en progresión a medida que sube la velocidad. Cada corredor tiene una cadencia “natural” o con la que se siente más cómodo. Su cuerpo se ha reorganizado para correr así.  Algunas personas corren con zancadas largas y menos pasos por minuto, mientras que otras dan pasos más cortos pero más rápidos. Ambas formas pueden ser válidas, y ninguna es necesariamente mejor que la otra a primera vista. La estatura también influye en la cadencia. Las personas más altas, al tener piernas más largas, suelen dar zancadas más amplias y por lo tanto, necesitan menos pasos por minuto para mantener una determinada velocidad. Por eso, es frecuente que alguien alto tenga una cadencia más baja que alguien más bajo. ¿Debo cambiar mi cadencia? Aunque tengas una frecuencia de pasos con la que tu cuerpo se ha acostumbrado a correr, eso no significa que sea la más eficiente o segura desde el punto de vista del rendimiento deportivo o de la disminución del riesgo de lesión. De hecho, una cadencia inadecuada puede favorecer el riesgo de lesiones o disminuir tu rendimiento. ¿Por qué? Porque una cadencia baja puede ir acompañada de una mayor oscilación de la pelvis (sube y baja del cuerpo al correr), mayor impacto al pisar el suelo y una pisada adelantada con respecto al tronco (overstride). Todo esto puede generar más estrés en los tejidos articulares y musculares. En estos casos, subir la cadencia (a una misma velocidad dada) puede ayudar a reducir estos factores de riesgo. Además, algunos estudios han demostrado que corredores con cadencias muy bajas o muy altas pueden mejorar su rendimiento si encuentran un mejor equilibrio entre longitud de zancada y pasos por minuto. Al lograrlo, su frecuencia cardíaca media puede disminuir a una misma velocidad, lo que mejora la eficiencia y permite correr más tiempo y con menor esfuerzo. ¿Cómo saber si mi cadencia es adecuada? La mejor forma es hacerte una valoración funcional y un estudio biomecánico de carrera por un profesional. En España, hay centros especializados en este tipo de análisis, no solo por podólogos sino también por compañeros entrenadores con gran formación en la materia como Carlos RL en Toledo o Borja Rubio en Murcia. Nosotros también realizamos estudios básicos de carrera en nuestro centro deportivo de Tolox (Málaga), donde analizamos parámetros como la cadencia, el tiempo de contacto con el suelo, el overstride, la oscilación vertical, entre otros. Esto nos permite detectar posibles desequilibrios que pueden estar afectando tu rendimiento o aumentando tu riesgo de lesión. Echa un vistazo a nuestro servicio de valoración funcional con estudio biomecánico de carrera si estás interesado. Sin embargo, si no tienes recursos o disponibilidad para ponerte en manos de un profesional y sospechas que tu cadencia es demasiado baja o alta para ti (o si tu entrenador ya te lo ha mencionado), lo ideal es empezar a monitorizarla. Además, reforzar y optimizar el entrenamiento de fuerza también nos ayudaría a mejorar muchos parámetros de carrera, incluido los ejercicios de salto (pliometría y los ejercicios de «técnica de carrera») Para conocer si tu cadencia es «óptima» según tu altura, forma de correr y nivel, los profesionales biomecánicos de iBiomechanics realizaron una calculadora específica basada en datos de cientos de corredores/as amateur y que nos ha servido de mucho a los entrenadores. En el siguiente enlace, se la puedes solicitar si te interesa. Calculadora de iBiomechanics  ¿ Cómo modificar mi cadencia si es necesario? Por último, te faltaría comenzar a «trabajarla» en sesiones específicas corriendo. Para mí, hay dos entrenamientos clave para poder prestarle la debida atención y optimizarla, especialmente si los haces en llano, donde puedas concentrarte en la técnica sin preocuparte por desniveles o el tipo de terreno: 1. Carrera a intensidad suave donde poder guiarte por un medio externo. Este entrenamiento consiste en correr a un ritmo cómodo (sensación de esfuerzo ligera) mientras sigues un metrónomo (hay muchos relojes que lo llevan o a través de tu móvil) o una lista de reproducción con el número de BPM (beats por minuto) deseado (en Spotify y Youtube puedes encontrar muchas listas ya optmizadas para ello)Puedes empezar con una cadencia ligeramente superior a la tuya habitual (2-4 pasos más por minuto). Lo importante es no forzar el cambio, sino permitir que tu cuerpo se vaya adaptando poco a poco. No te fijes demasiado en tu «técnica», solo en dar algunos pasos más. 2. Sesiones interválicas (series) en llano. En estas ocasiones, la importancia no va a estar en el número de pasos en sí, sino en ser capaz de mantener la cadencia a lo largo del tiempo. En estos entrenamientos, la fatiga se va acumulando en nuestros músculos y somos menos eficientes al correr. Concentrarnos en mantener la cadencia nos ayuda a mejorar este factor, mejorando la forma en que corremos cuando vamos cansados, algo muy relevante sobre todo a la hora de

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Aclimatación al calor

Ahora que arranca la primavera y las temperaturas comienzan a subir, es un momento excelente para hablar de la aclimatación al calor y de cómo afecta esta a nuestro rendimiento deportivo. Sin duda, es uno de los factores más importantes a tener en cuenta tanto en nuestros entrenamientos como en las próximas competiciones primaverales y veraniegas. Hacer ejercicio físico provoca estrés térmico, es decir, la temperatura corporal aumenta cuando corremos. Un ambiente caluroso acelera y acentúa dicha subida de la temperatura corporal. Generalmente, nuestro rendimiento deportivo va a empeorar en ambientes calurosos por una serie de motivos que veremos a continuación. Al referirnos al calor, no solo estamos hablando de altas temperaturas, sino también a una combinación de temperatura y humedad relativa alta (calor húmedo) Pues bien, la aclimatación al calor serían las adaptaciones crónicas que se producen en nuestro cuerpo para funcionar eficientemente en ambientes calurosos. A las propias mejoras que adquiere nuestro cuerpo, le podemos sumar una serie de estrategias que podemos llevar a cabo para mitigar los efectos negativos del calor en el rendimiento deportivo. EFECTOS DEL CALOR SOBRE EL RENDIMIENTO DEPORTIVO Entrenar o competir en ambientes calurosos provoca una mayor sensación subjetiva del esfuerzo, acelera los procesos de fatiga y también aumenta la probabilidad de problemas gastrointestinales. Vamos a explicarlo con mayor detenimiento. El ser humano necesita mantener su temperatura interna estable para que sus funciones se realicen correctamente. Ante la subida de temperatura, el cuerpo reaccionará con diferentes mecanismos entre los que destaca la sudoración, para volver a la temperatura óptima o al menos, no continuar subiendo su temperatura a niveles críticos. La sudoración trae consigo una pérdida de fluidos y en definitiva, del volumen sanguíneo, que si se acentúa provoca síntomas leves de deshidratación, como el aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, la disminución de la presión arterial, la disminución del riego sanguíneo a los músculos (porque la sangre se dirige con mayor volumen a la piel), etc. Hay estudios que relevan que la pérdida de un 3% del peso corporal por deshidratación genera una disminución del rendimiento de 6 al 15% y que pérdidas de 4-5% de peso ya generan una bajada del 20-30% de nuestro nivel. Pérdidas del peso corporal superiores al 6% pueden originar graves problemas para la salud del deportista. Este efecto en cadena, trae consigo una pérdida de rendimiento, puesto que para mantener un mismo ritmo de carrera, la frecuencia cardíaca y la sensación interna del esfuerzo será más alta. Además, los problemas gastrointestinales suelen aumentarse porque al haber más sangre en la piel, habrá menos en el sistema digestivo, por lo que costará más absorber el agua y los hidratos de carbono que ingerimos. ADAPTACIONES FISIOLÓGICAS Y CLAVES DE LA ACLIMATACIÓN AL CALOR Existen una serie de protocolos y métodos de entrenamiento que consiguen adaptar al deportista a las condiciones ambientales calurosas. Con ellos, buscamos: Retrasar y disminuir el aumento de la temperatura corporal. Evitar y/o retrasar la deshidratación severa. A nivel fisiológico, obtendríamos las siguientes adaptaciones: mayor volumensanguíneo (hasta del 10%), comenzar a sudar antes y hacerlo con mayor intensidad y lograr una óptima vasodilatación y distribución eficaz del flujo sanguíneo. Todo esto contribuye a que la temperatura corporal no suba tanto ni tan rápido y que la deshidratación sea menor, así como la sensación de esfuerzo. Existen unas claves genéricas que sabemos que funcionan y en ellas nos basaremos para establecer un método adecuado de aclimatación al calor: Duración. El 75% de las adaptaciones se producen en los primeros 4-7 días de exposición al calor, siendo estas completadas en 10-14 días. Intensidad y duración del Entrenamiento Vamos a necesitar que se produzca un estrés térmico durante los entrenamientos, por lo tanto, a no ser que la temperatura sea extremadamente alta, la intensidad del ejercicio no puede ser muy baja. Se ha demostrado que entrenamientos de 60-120 minutos de duración a intensidades cercanas al primer umbral o entrenamientos de 30-60 minutos a intensidades altas son suficientes para provocar las adaptaciones deseadas. Entrenamientos más largos no suponen mejoras significativas en este sentido. La exposición al calor puede ser natural, entrenando en el exterior en condiciones ambientales, o artificial, generando calor en un espacio cerrado para entrenar. Lo preferible, sobre todo en nuestro deporte sería una aclimatación natural para la especificidad del entrenamiento, pero como sabemos no siempre es posible. En esas situaciones, es muy interesante forzar situaciones ambientales de calor en espacios cerrados. Las competiciones de carreras por montaña suelen ser en su mayoría superiores a la hora de duración y en algunos casos, duran muchas horas. Es por ello que es necesario hidratarse e ingerir hidratos de carbono durante la competición. El entrenamiento del sistema digestivo es básico en nuestro deporte. Sin embargo, en condiciones de calor, cobra mayor relevancia aún, puesto que la dificultad de absorción aumenta. Además, necesitaremos una hidratación extra dado el exceso de sudoración. Por todo ello, será fundamental el llamado entrenamiento del sistema digestivo para correr en condiciones óptimas. Como la mayoría de las adaptaciones que conseguimos al realizar el ejercicio físico, estas van desapareciendo a medida que dejamos de entrenarlas. En 3 semanas sin exposición al calor, se habrán perdido en torno al 75% de las adaptaciones al calor. Es importante tenerlo en cuenta, porque habría que repetir el proceso en tal caso si volviéramos a tener una competición donde se prevé exponerse al calor. ESTRATEGIAS PARA REDUCIR EL IMPACTO NEGATIVO DEL CALOR Hasta ahora hemos visto como adaptarnos al calor. Ahora vamos a conocer algunas estrategias que mitigarán el impacto negativo del calor en nuestro cuerpo. Como cualquier estrategia, será conveniente entrenarla previamente y ver que funciona antes de realizarla en la competición. Sin embargo, no debemos olvidar que usar todos los días dichas estrategias, podría interferir negativamente en las adaptaciones que nuestro cuerpo genera. Así que lo mejor es usarlas en algunos entrenamientos para habituarnos a ellas, pero no siempre. Bastará con hacerlo 3 o 4 veces antes de competir. Enfriar nuestro cuerpo será el principal objetivo

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